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jueves, 10 de septiembre de 2009

El sujeto moderno y la experiencia estética

El sujeto moderno es aquel que es pura conciencia y del cual todo depende, es aquel que domina el mundo.
Esta acepción no es la única que sirve para definir lo que somos, es simplemente una acepción pobre que no deja más que traslucir el problema del sujeto moderno; su desconxión con sí mismo. El hombre, antes de ser sujeto dividido en todos sus roles y que además divide todo lo que experimenta, fue un Ser total.
El problema que plantea el sujeto moderno al arte es la separación de la experiencia estética ya que no está alerta al mundo y se mantiene, en cambio, encerrado en las conclusiones lógicas  y seguras de su razón. En esta ecuación el arte es visto desde lejos, como inserto en una esfera propia que no se conecta con el vivir humano. Así, la experiencia estética se convierte en un frío y vacío deleite.  Pero el sujeto no sólo se desconecta del arte, sino de la vivencia del mundo en su totalidad.
Sin embargo, a ello se vuelve cuando se aprehende que las obras de arte han nacido como celebración de las vivencias o fenómenos de la "vida ordinaria". Entonces todo adquiere nuevo sentido y tanto la naturaleza como el arte pueden ser Escuchados y Vistos, vividos en su esplendor. Puede liberarse el hombre de las categorías que les han sido dadas por medio de un orden lógico que ha establecido que el arte es algo elevado e intocable y que la única funsión de la naturaleza es servirle. La expericiencia frente al arte y a la naturaleza son experiencias estéticas que nacen de la armonía del hombre con el Todo.

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